En la comarca del Bajo Ampurdán, entre calas recónditas en las rocas y las playas de la Costa Brava, se encuentra Sant Antoni de Calonge. Un paraje nacido a partir de antiguas casas de pescadores y recorrido por largas avenidas, jalonadas por alquileres vacacionales, bares y tiendas tradicionales que discurren paralelas al mar. Su legado monumental medieval y su tradición vitivinícola lo convierten en un enclave con un atractivo innegable.
Excelente ubicación, no nos gustó el hecho de que la mayoría de cajones y armarios estaban llenos de objetos personales del propietario. Se nos cobró 70€ de servicio de limpieza y el apartamento nos lo entregaron con "rincones".