El nombre de este municipio de Galicia viene del latín finis terrae, que significa el fin de la tierra. Pero aquí no se acaba el mundo. Lo podrás comprobar en sus alojamientos, que comparten espacio con elementos arquitectónicos propios de la arquitectura popular gallega, como los hórreos, así como con viviendas tradicionales de la Costa de la Muerte, como las casas marineras, herederas de los castros. La versión avanzada de estos edificios típicos de la zona destacan por sus galerías, fondeaderos, hastiales pétreos, soportales y patamales.
La casa es una preciosidad y tiene el tamaño perfecto para pasar unos días de vacaciones. Dispone de todo lo necesario y es tan acogedora que nos hemos sentido como si estuviéramos en nuestra propia casa. Además Carina y su marido son dos personas absolutamente encantadoras que han estado pendientes en todo momento de que no nos faltara de nada. Incluso tenían preparadas varias toallas y comederos para los dos perros con los que íbamos. 100% recomendable. Nosotros sin duda volveremos.