Relajarse a dúo en las piscinas naturales que salpican el territorio extremeño resulta delicioso. La refrescante sensación de sumergiros juntos en esos espacios hídricos preciosos, el roce de las pieles y la relajación ambiental convierten estos planes en una experiencia idílica de amor. La Garganta de Cuartos, la Piscina de Gargantilla, Los Hurones y Los Pilones en la provincia de Cáceres, o el gran lago de Alqueva, el embalse de Zalamea, la playa de Orellana y la isla del Zúcar en Badajoz os esperan.
Pasear de la mano por ciudades históricas incomparables es otro de los planazos que puedes compartir con tu amor. Plasencia, Trujillo, Mérida, Zafra o Cáceres son lugares excepcionales en los que el tiempo parece haberse detenido. Los vestigios romanos, visigodos, musulmanes, judíos y cristianos se suceden en estos destinos espectaculares, salpicados también por terrazas, veladores y locales gastronómicos coquetos, ideales para tomar un refrescante piscolabis mientras os miráis a los ojos.
El vino siempre ha sido un manjar muy especial para celebrar el amor. Una veintena de poblaciones conforman en Badajoz una ruta enológica que os permite disfrutar de degustaciones, visitas a bodegas, catas y estimulantes actividades en pareja. El Museo de las Ciencias del Vino de Almendralejo o la Fiesta de la Vendimia de Villafranca de los Barros forman parte de esta vívida experiencia. Por cierto, ¿qué os parece compartir un baño de vino en el balneario de El Raposo? ¡Bienvenidos a la vinoterapia extremeña!
La naturaleza extremeña se encuentra salpicada de paisajes tranquilos, hermosos y atractivos en los que el mundo parece haberse detenido para siempre. Explorarlos en pareja es una vivencia sublime y afectivamente enriquecedora. El Parque Natural de Monfragüe y la comarca del Valle del Jerte figuran entre ellos.
La oferta de alojamientos rurales en Extremadura es impresionante. Un buen número de ellos se dirigen a un target muy concreto: los enamorados. ¿Qué te parecería pasar una o más noches en un auténtico nido de amor situado en la copa de un árbol? ¿O alojaros en una casa solariega del siglo XIX, en una aldea medieval casi desierta, en un romántico hotel con spa o en plena dehesa extremeña?